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jueves, 28 de noviembre de 2013

Doble Cara.

...Y, ciertamente, no es algo que me extrañe.

Dicen que cuando tiras una moneda al aire para decidir
algo al azar, justo antes de que caiga la moneda sabes cuál es
el resultado que deseas ver. Con las personas pasa algo
parecido, la diferencia es que las personas pueden tener muchas
caras, pero no siempre desean mostrarlas todas.

Me gustan las comparaciones, y me encantaría utilizar una 
comparación en este caso, comparemos las monedas con
las personas, puede sonar ridícula esta comparación, pero
he de decir, que ni las monedas son tan simples, ni las 
personas son tan complicadas, aunque les encantaría serlo.

Las monedas, como las personas, tienen doble cara, pero
sea cual sea el resultado que muestre la moneda, va a seguir
siendo una moneda.

Quizá con las personas pase lo mismo, por mucho que 
nos esforcemos en ponernos una máscara, en mostrarle 
al mundo una cara que no es la nuestra por el simple 
hecho de ser más parecidos a un ideal que ni nos gusta, 
ni nos aporta absolutamente nada.

Como la moneda sigue siendo una moneda muestre
la cara que muestre, quizá podemos decir que,
mostremos una cara u otra, seguiremos siendo lo mismo.

Algunas personas se esfuerzan tanto en construir 
altos muros para protegerse de las agresiones externas
que se olvidan de que lo que más daño puede hacerles
en este mundo son ellas mismas, quizá los muros
te encierran a ambos lados de la muralla, quizá su
función vital no sea proteger, sino aislar.

Quizá nuestra obsesión con que nadie vea como 
somos para que no pueda hacernos daño nos impide
que nos hagan felices, pero claro, es mucho más fácil 
resignarse que afrontar una realidad, podemos fallar.

Estar sólo es fácil, siempre puedes estar sólo, 
incluso muchas veces deseas estarlo, pero sentirse sólo,
es una sensación bastante destructiva.

Quizá cuando has dedicado demasiado tiempo a construir
altos muros, te olvidas de cómo era el castillo.

De qué sirve que un guerrero lleve una armadura de 
piedra si no sabe luchar.


Quizá lo importante no es la armadura, 
Quizá lo importante es lo que hay debajo.





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