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jueves, 28 de noviembre de 2013

Discusiones.

...Una de las cosas que más me gusta de leer o de
ver películas es conectar con ellas, porque, como con el 
resto de las cosas, siempre hay dos puntos de vista, como 
con las palabras, está lo que se dice, y lo que se quiere decir.

Es como eso que dicen de que cuando estas contento escuchas
la canción, pero cuando estás triste entiendes la letra.

La canción sigue siendo la misma, pero el significado para 
el que la está escuchando es completamente diferente, entonces,
¿Quien de los dos tendría razón al decir de qué habla?
Los dos, ninguno.

Entonces, supongo que también podríamos aplicarlo
a otros temas, es odioso cómo la gente discute por temas
que no tienen discusión, temas en los que la idea
que tienes sobre ello es únicamente por lo que sientes,
no puedes decirme que mis sentimientos son incorrectos
podemos discutir de si una pared es de color amarillo o gris
podemos discutir de si un coche es mas eficiente que otro
pero jamás podremos discutir de lo que siente cada uno,
no puedo pedirte que te guste un color
no puedo pedirte que te encante la música
no puedo pedirte que me quieras.

Entonces, yo me pregunto...
¿Por qué nos discuten qué o cómo deberíamos sentir?
Si hay algo que me molesta en esta vida son los estándares,
los prototipos, las etiquetas, es como si entraras en un 
supermercado y leyeras las características del producto.

¿Quién dice que las personas frías no quieren?
No considero que escribir cuatro frases demuestre
que quieres más o menos a una persona, porque
al igual que estoy escribiendo esto ahora, podría
escribir cualquier cosa, que soy astronauta, que
mido tres metros o que puedo volar.
Suena ridículo, ¿No?

Entonces, me pregunto por qué no suena ridículo cuando
alguien te dice que te quiere, sin ninguna prueba que sus
insignificantes cuatro frases.

¿Quien dice que las personas tímidas no actúan? 
Eso es lo bonito del impulso, las barreras que nos formamos
de repente caen todas a la vez, cuando lo que queremos y lo que
tememos se ponen en una balanza, y ésta se decanta hacia el lado
peligroso, peligroso porque podemos perder, pero, 
¿Estamos ganando algo quietos?

Las discusiones que no tienen un final,
no deberían tener un principio.




Doble Cara.

...Y, ciertamente, no es algo que me extrañe.

Dicen que cuando tiras una moneda al aire para decidir
algo al azar, justo antes de que caiga la moneda sabes cuál es
el resultado que deseas ver. Con las personas pasa algo
parecido, la diferencia es que las personas pueden tener muchas
caras, pero no siempre desean mostrarlas todas.

Me gustan las comparaciones, y me encantaría utilizar una 
comparación en este caso, comparemos las monedas con
las personas, puede sonar ridícula esta comparación, pero
he de decir, que ni las monedas son tan simples, ni las 
personas son tan complicadas, aunque les encantaría serlo.

Las monedas, como las personas, tienen doble cara, pero
sea cual sea el resultado que muestre la moneda, va a seguir
siendo una moneda.

Quizá con las personas pase lo mismo, por mucho que 
nos esforcemos en ponernos una máscara, en mostrarle 
al mundo una cara que no es la nuestra por el simple 
hecho de ser más parecidos a un ideal que ni nos gusta, 
ni nos aporta absolutamente nada.

Como la moneda sigue siendo una moneda muestre
la cara que muestre, quizá podemos decir que,
mostremos una cara u otra, seguiremos siendo lo mismo.

Algunas personas se esfuerzan tanto en construir 
altos muros para protegerse de las agresiones externas
que se olvidan de que lo que más daño puede hacerles
en este mundo son ellas mismas, quizá los muros
te encierran a ambos lados de la muralla, quizá su
función vital no sea proteger, sino aislar.

Quizá nuestra obsesión con que nadie vea como 
somos para que no pueda hacernos daño nos impide
que nos hagan felices, pero claro, es mucho más fácil 
resignarse que afrontar una realidad, podemos fallar.

Estar sólo es fácil, siempre puedes estar sólo, 
incluso muchas veces deseas estarlo, pero sentirse sólo,
es una sensación bastante destructiva.

Quizá cuando has dedicado demasiado tiempo a construir
altos muros, te olvidas de cómo era el castillo.

De qué sirve que un guerrero lleve una armadura de 
piedra si no sabe luchar.


Quizá lo importante no es la armadura, 
Quizá lo importante es lo que hay debajo.





miércoles, 27 de noviembre de 2013

Efímero.

...Es curioso, nunca escribo sobre mi, no sobre lo que
soy realmente, tampoco encuentro el motivo, 
ni siquiera encuentro el momento, la mayor parte
del tiempo me dedico a hablar de algo más importante
que yo, porque, al fin y al cabo, lo que soy hoy, no es
lo mismo que lo que era ayer, ni será lo mismo que mañana,
¿Por qué hablar de algo efímero?

Esta noche quiero hablar de algo efímero,
las personas, somos polvo al fin y al cabo, algunos más 
suciedad que polvo, pero polvo al fin y al cabo.

Quiero hablar de algo que me intriga, quiero hablar
de cómo derrochamos nuestro efímero tiempo
en provocar efímeras impresiones en efímeras 
personas, quizá tengamos ojos, pero la mayor parte
del tiempo no vemos nada, o quizá es porque no
queremos verlo, quizá porque no podamos verlo
o quizá porque no nos interesa verlo.
Demasiados quizá

Estaría bien que pudiéramos ver las cosas 
en el momento en el que deberíamos verlas, en vez
de esperar a una persona que nos demuestre 
el ángulo correcto de lo que tenemos delante.

Nos centramos tanto en buscar la parte
escondida de todo que nos olvidamos
de qué estamos mirando realmente, quizá las cosas
sean mucho mas sencillas de lo que queremos pensar.



Las personas son efímeras, hoy están, mañana
¿Quien sabe?



Crítico.

...Es claramente la razón, tendemos a ver todo mucho 
más extremista cuando
tenemos un estado de ánimo determinado.
Todo el tiempo lo cura, solían decirme, ¿Y quien nos cura del tiempo?

Es esa debilidad nuestra la que nos hace aprender, 
crecer, es ese sentimiento de impotencia el que 
nos lleva a pensar en el por qué de todo, siempre 
vemos las cosas tristes. Muy pocas veces
 le damos la vuelta al problema para descubrir
que en realidad todo, absolutamente todo tiene doble cara.

No es justo pagar las cosas con los demás, sobre todo con la vida, 
no es justo ver todo de color rosa cuando tenemos un buen día y verlo
todo negro cuando tenemos un mal día, despotricar contra todo,
incluso contra la gente que más nos quiere sólo porque 
algo no nos haya salido bien,y lo peor de todo es que,
 la mayoría de las veces la culpa es nuestra, es curioso
como le encanta al ser humano equivocarse, tropezar, 
chocar de frente contra una pared  y todo esto varias veces, 
quizá incluso con la misma pared, la misma piedra, es curioso
como nos encanta equivocarnos pero como odiamos reconocer nuestros 
errores, somos unos críticos expertos cuando 
se trata de otra persona, de otra vida.

¿Que hay de la nuestra?
Siempre nos dejamos en último lugar, 
tanto para lo malo como para lo bueno
a veces me pregunto si algunos hemos venido a este mundo 
por vivir nuestra vida o por vivir la de los demás.

Una vez, no hace mucho, declaré que lo que más me hacía sufrir era sentir
un vacío interior, de esos que no sabes a que se deben, somos
jóvenes, nos perdemos a menudo aunque nos guste pensar que tenemos
todas las respuestas, que sabemos todos los caminos,
es nuestra preciosa arrogancia con la vida la que provoca los golpes 
de revés, nos deja equivocarnos, meter la pata hasta el fondo.
Pero sólo así se aprenden las lecciones valiosas, y entonces descubrí
que toda esta "Mala racha" como solía llamarla yo, era 
para enseñarme que si, que puedo sentir, y muy fuerte, que hay cosas 
que me importan, por las que sacrificaría muchas otras, y es que 
es cuando tocas fondo cuando realmente ves todo mas claro, pones los pies
sobre la tierra y te enfrentas a la persona más crítica del mundo, tú.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Demasiado pensar.



        ...Y ahí estaban los dos, mirándose sin decir nada, supongo que esto podría empezar de otra manera, de cualquier manera, supongo que debería haber un principio y un final, partes ordenadas, algo que todos pudieran entender, pero ese no es mi objetivo, y tampoco estás aquí para leer algo común, porque si es así, puedes dar media vuelta e irte.




                  Supongo que la mirada es una manera de expresarnos, nuestra más sincera y bonita forma de demostrar lo que queremos, no podemos controlarla siempre, no podemos hacer que nuestros ojos miren con deseo cosas que no nos atraen, es ese movimiento involuntario de nuestro cerebro que nos obliga a escondernos, como si no hubiera pasado nada, como si ese chico o chica no se hubiera dado cuenta de que le estabas mirando, como si el mundo no se hubiera percatado de nuestro pequeño secreto, y claro, te encantaría poder cambiarlo, llegar y borrar cada cosa que no te gustara en la vida, tener muchas oportunidades para cada cosa, pero te haré una pregunta, si eso fuera así, ¿De verdad lo intentarías? ¿Tendrías el valor de hacer las cosas entonces, con varios intentos?, claro que no, es nuestra más vieja y típica excusa, el tiempo.



                  Siempre hablando de tiempo, de lo que haríamos si lo tuviéramos, de lo que haríamos si no lo tuviéramos, de cuanto nos gustaría tenerlo, y mientras nosotros ocupamos nuestra mente en pensar todas estas cosas, el tiempo ya ha pasado, y es irremediable, en un suspiro, una exhalación de aire ha desaparecido, y no sabemos muy bien si deberíamos haberlo aprovechado mejor o peor, pensamos que tal vez si hubiéramos hecho las cosas de otra manera, todo sería diferente, pensamos que podemos cambiar, pensamos que debemos cambiar, pensamos, demasiado pensar.

                  Posiblemente, y estoy por afirmarlo que siempre es así, las cosas que borramos por cualquier razón, por miedo, por inseguridad, esas cosas que no enviamos, esas cosas que tanto nos machacan por dentro, esas cosas son las que más importan, cuando estas ahí, deseando soltarlo pero no puedes, hay una fuerza sobrehumana que te angustia y te impide hablar, como si estuvieras mudo, desearías decirle todo lo que sientes, desearías enviarle el mensaje que tanto has tardado en escribir pero piensas que... 
                                                           
                                               Demasiado pensar
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